Adiós a las armas

La seguridad en las escuelas, igual que en los hogares, depende de la responsabilidad y el trabajo conjunto entre madres, padres de familia y tutores, maestros y autoridades

Adiós a las armas
Es momento de decir: adiós a las armas.   

Las escuelas no siempre son espacios seguros. Menos, si hay acceso a las armas de fuego.  

El 21 de febrero de 2022, un estudiante de secundaria llevó una pistola tipo Glock a la Secundaria 79 de la Alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad de México. En el salón de clases, el adolescente detonó el arma y se lesionó la mano. 

También lastimó a una compañera de clase con una esquirla de bala que la hirió en el tobillo derecho. Las investigaciones preliminares revelan que se trató de un caso de negligencia, un descuido que pudo ser mortal.  

La organización Everytown estima que desde 2013, en Estados Unidos se han registrado 433 tiroteos en escuelas primarias y secundarias, donde han muerto 174 personas y otras 335 resultaron heridas. Y aunque en México este tipo de sucesos siguen siendo hechos aislados, en la memoria colectiva permanecen varios casos preocupantes.  

En enero de 2020, en Coahuila, un chico de 11 años mató a una profesora, abrió fuego contra varios compañeros y luego se suicidó. En Nuevo León, en enero de 2017, un estudiante de 15 años disparó contra su maestra y varios compañeros, para después accionar el arma contra sí mismo.

En mayo de 2014, en el Estado de México, un chico de 15 años accionó un revólver contra su compañero de clase. Y en junio de 2007, un padre de familia mató con un arma de fuego a una maestra de preescolar que habría estado relacionada con la violación de una menor.  

Además, nuestro país ocupa el sexto lugar mundial con el mayor número de civiles armados. El año pasado, la propia secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, admitió que al menos 15 millones de mexicanos cuentan con un arma en su casa y la mayoría fueron obtenidas de manera ilegal.  

La presencia de armas en los hogares mexicanos genera una falsa sensación de seguridad y representan un riesgo de muerte importante para las familias. 

Las estadísticas indican que nueve de cada 10 personas suicidas, consiguieron las armas en su propia casa, y la tasa de homicidios también aumenta, cuando los revólveres, rifles y escopetas están dentro del hogar.  

El Centro de Estudios Sociales de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados publicó hace unos días la Segunda Encuesta Mexicana de Posesión, Uso y Opinión sobre las Armas de Fuego. 

El 21 por ciento manifiesta que no le gustan las armas, el 67 por ciento las considera peligrosas para la seguridad de sus hijos, y el 55 por ciento admite ser muy inexperto en el uso de armas de fuego.  

Sin embargo, el 59 por ciento reconoció que obtuvo un arma para la autodefensa; el 21 por ciento reveló que el arma le costó 10 mil pesos, y más de 52 por ciento no está interesado en participar en los programas de desarme voluntario.  

Desde enero de 2021, la Suprema Corte declaró inconstitucional el Programa de Mochila Segura al considerar que violenta los derechos y la intimidad de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. 

Por otro lado, la entrega voluntaria de armas no parece ser una estrategia efectiva, si consideramos que en 15 años, por ejemplo, los gobiernos de la Ciudad de México sólo han logrado recuperar 11 mil armas, de un universo de 15 millones.  

La seguridad en las escuelas, igual que en los hogares, depende de la responsabilidad y el trabajo conjunto entre madres, padres de familia y tutores, maestros y autoridades. Es momento de decir: adiós a las armas.