El árbitro bajo la lupa
Mario Campos habla sobre los retos de las autoridades electorales durante el presente proceso.
El partido ya está en marcha, y el equipo de árbitros está incompleto. La metáfora, que se refiere evidentemente al proceso electoral federal, es aplicable a todas las autoridades electorales. Desde la fiscalía de delitos electorales, que bajo la presidencia de José Agustín Ortiz Pinchetti, esposo de la ministra Loretta Ortiz, parece inexistente; hasta el Tribunal Electoral, que afronta la elección más grande de la historia con solo 5 de sus 7 integrantes, pasando por el Instituto Nacional Electoral, enfrentando divisiones internas y careciendo de acuerdos básicos esenciales.
Es cierto que, incluso con estas carencias y limitaciones, el proceso sigue en curso. Y es probable que continúe así al menos hasta la jornada electoral. El peligro radica en creer que, solo porque la organización de la elección avanza, estamos en un escenario sin riesgos. Esto no es así.
Primero, si bien en el INE hay un equipo humano valioso, ya existen reportajes en medios como Excélsior o Animal Político que han documentado fallas en el proceso organizativo debido a la falta de preparación y decisiones oportunas.
En segundo lugar, debemos considerar que, mientras más tenso se vuelva el proceso, más complejo será su manejo para el sistema electoral. Es similar a una persona con dolor en la rodilla: podría caminar, pero le sería muy difícil correr una gran distancia. Esto podría evidenciarse si aumenta la intervención de autoridades, escala la violencia criminal o si los resultados se tornan más ajustados, por mencionar tres situaciones que pueden demandar más de la institucionalidad electoral.
Veremos en las semanas previas a la elección qué pueden hacer las instituciones electorales con sus capacidades actuales. Si logran llevar a buen término el proceso, o si sus acciones u omisiones terminan por convertirlas en indeseables protagonistas.