Está que “se lo lleva el tren”
El Presidente López Obrador cada vez está más enojado por los contratiempos y retrasos en la construcción del Tren Maya. Primero por la suspensión provisional de las obras en el tramo 5, y segundo, por la ratificación de un tribunal evita que las obras continúen en el tramo de Playa del Carmen a Tulum
Por Miguel Bárcena
El Presidente López Obrador cada vez está más enojado por los contratiempos y retrasos en la construcción del Tren Maya. Debe de estar furioso, primero por la suspensión provisional de las obras en el tramo 5, otorgados por, Adrián Fernando Novelo Pérez, Juez Primero de Distrito en Yucatán, y segundo, por la ratificación que hizo hace unos días, un Tribunal Colegiado en Materias de Trabajo y Administrativa, con sede en Yucatán, el cual evita que las obras y desmontes en la selva continúen en el tramo que corre de Playa del Carmen a Tulum, Quintana Roo.
La votación de los integrantes del Tribunal fue unánime, al considerar que Fonatur no cuenta con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) que exige la legislación en la materia, y por ello no es posible determinar las afectaciones que provocaría la construcción y posterior operación del tren.
El Presidente, está tan enojado por la ratificación de la suspensión provisional otorgada en favor de la Asociación Civil "Defendiendo el Derecho a un Ambiente Sano" (DMAS) que ha elevado el tono de sus descalificaciones a sus integrantes. Sin pruebas o evidencias, -como es costumbre- ahora los llama alcahuetes al servicio del Grupo Xcaret, a quien responsabiliza de la campaña #SélvameDelTren para detener la obra y según él , proteger intereses de grupos que alquilan o compran; seudoambientalistas, comunicadores, y medios de comunicación. Es entendible que el Presidente está “que se lo lleva el tren”.
Originalmente el tramo 5 del Tren Maya, correría en medio de la carretera Cancún-Tulum con algunos segmentos elevados. Al ver lo caro y complicado que resultaría, decidieron que pasaría frente a los hoteles de la zona. Ante la negativa de los dueños de las cadenas hoteleras, se les hizo fácil cruzarlo en medio de la selva, sin importar talar cientos de miles de árboles y cortar los corredores biológicos de especies de fauna, como el jaguar.
Las modificaciones afectan el patrimonio biocultural de la región, vulnera los ecosistemas y su biodiversidad, el sistema de cuevas, cenotes, y ríos subterráneos, así como los vestigios paleontológicos y arqueológicos que albergan en su interior. Atenta también contra el acuífero maya, principal fuente de abasto de agua dulce en Quintana Roo.
Para justificar la devastación, la titular de la SEMARNAT, María Luisa Albores, se escuda en un decreto publicado el 22 de noviembre de 2021, que permite que la obra avance con permisos “provisionales”, mientras se elabora la MIA. El decreto que literalmente obliga a los funcionarios públicos a violar la ley no tiene validez, pues no puede pasar por encima de la legislación vigente. Si a la complicidad de la SEMARNAT, aunamos la negligencia de la PROFEPA para NO clausurar las obras, ambas instituciones son cómplices en este Ecocidio.
Llama la atención, el silencio de los hoteleros de la Riviera Maya, cuyos turistas, se hospedan en sus resorts, atraídos por las bellezas naturales de la región. Fueron ellos, quienes convencieron a Fonatur de cambiar de ruta, para evitar que el tramo cinco, atravesara por sus hoteles, afectando las fachadas y operación de sus instalaciones. Casualmente, uno de ellos, Daniel Chávez, dueño de Grupo Vidanta, es “asesor” del Presidente López Obrador para el Tren Maya, y supuesto empleador de su hijo José Ramón López Beltrán, en una de sus oficinas en Houston, Texas.