La reivindicación de la pobreza

¿Qué tanto sabemos los mexicanos sobre nuestra propia pobreza y riqueza? ¿Qué tanta conciencia de clase tenemos a 3 años de gobierno de AMLO?

La reivindicación de la pobreza

Por Sergio Ricardo Hernández Mancilla* y Joaquín Salazar Cruz**
@SergioRicardoHM, @Salazar_J96

El presidente López Obrador ha entendido muy bien el poder de la dignificación de la pobreza desde el mensaje, pero, ¿qué tanto sabemos los mexicanos sobre nuestra propia pobreza y riqueza? ¿Qué tanta conciencia de clase tenemos a 3 años de gobierno de AMLO? ¿Qué tanto influyeron en nuestra percepción factores como el discurso obradorista o la crisis económica actual?

Empecemos por diferenciar lo que creemos de lo que en realidad es: En América Latina es común encontrar una discrepancia entre lo que los indicadores objetivos definen como niveles socioeconómicos y lo que los ciudadanos entendemos como pobreza y riqueza, de acuerdo a nuestro nivel de vida en comparación con quienes nos rodean y a las características asociadas a cada clase social.

En los estudios de opinión pública constantemente existen amplios sectores de la población que se asumen como clase media cuando en realidad no lo son. Quien es pobre pero no se considera tan pobre como otros conocidos, suele decir que es parte de la clase media: “¿Jodido yo''? ¡No! Jodido mi vecino.”

En el otro extremo, parte importante de las clases altas también suelen asumirse como clase media, quizás porque ven asociado el concepto de riqueza a lo que en realidad es súper-riqueza y al estilo de vida que ésta conlleva: “Yo todo me lo he ganado con esfuerzo. Rico es el que tiene aviones, yates y no tiene que trabajar para vivir con lujos”.

En realidad, en ambos casos predomina un error de percepción y desconocimiento de la realidad respecto a lo que pensamos que caracteriza a cada clase social en términos de símbolos y comportamientos y lo que realmente gasta e ingresa cada estrato en términos monetarios.

Es decir: que haya gente muchísimo más rica que tú, no significa que tú no seas rico, y que haya gente muchísimo más pobre, no significa que tú no seas pobre, pero todos nos sentimos más cómodos ubicándonos en la neutralidad de la clase media. Un reflejo de este fenómeno es la comparación de resultados entre un estudio del INEGI con datos del 2020 sobre la composición de clases sociales en México de acuerdo al gasto en los hogares, y los datos de la encuesta de opinión pública Latinobarómetro que pidió a los mexicanos describir a qué clase social pertenecen.

Los resultados son muy interesantes: según la medición objetiva de INEGI, en 2020 el 37.2% de la población mexicana pertenecía a la clase media y el 62% a la clase baja. Sin embargo, de acuerdo a la medición subjetiva de Latinobarómetro, en el mismo año el 70% de la población mexicana se describió a sí misma de clase media y un 25.7% de clase baja.

Es decir, 7 de cada 10 mexicanos piensan o dicen que son de clase media, pero menos de 4 lo son en realidad. Por otra parte, solo la mitad de los pobres se auto definió a sí mismo como pobre, y la otra mitad piensa o dice que es de clase media.

Pero hay más datos que vale la pena analizar para ejemplificar el desconocimiento que la gran mayoría de los mexicanos tenemos sobre temas de ingreso, gasto y nivel socioeconómico. De acuerdo con el mismo estudio del INEGI, dentro de la clase alta el gasto promedio mensual por persona es de 15 mil pesos y el ingreso promedio mensual por hogar es de 78 mil pesos.

Así que no, no necesariamente debes ser dueño de un avión, una mansión o un Mercedes Benz para estar dentro de ese selecto grupo de ricos mexicanos. En la misma lógica, el ingreso promedio de los hogares de clase baja en México es de poco más de 11 mil pesos mensuales. Así que no, tampoco es indispensable vivir en situación de calle para ser considerado parte de la base de la pirámide. (Ojo, es importante aclarar que los mencionados no son los únicos factores tomados en cuenta para la definición de clase social, también hay muchos otros relacionados con actividades sociales, culturales, educativas, etc.)

Aunque existe una diferencia sustancial entre la medición objetiva y subjetiva de las clases sociales en México, también hay coincidencias interesantes para el análisis. Ambas mediciones concuerdan en una tendencia del 2018 al 2020: el aumento de la clase baja y el descenso de la clase media.

De acuerdo al INEGI (es decir, los indicadores objetivos) en esos tres años la clase media disminuyó del 42.7% al 37.2%, mientras que Latinobarómetro (que midió la percepción personal) muestra un descenso en el mismo periodo de tiempo del 75% al 70% en las personas que se asumen clase media. Por otra parte, según el INEGI, del 2018 al 2020 la clase baja aumentó de 55.8% a 62%, mientras que la percepción de pertenecer a ella, según Latinobarómetro, también incrementó de 20.8% a 25.7%.

En pocas palabras, aunque seguimos siendo inconscientes, la realidad sí afecta la tendencia de la percepción. Más interesante aún: al desglosar los datos de Latinobarómetro y analizar a la clase media por categorías, encontramos que el descenso se dio en la clase media alta y la clase media media, pero hubo un aumento en el número de personas que se asumen como media baja.

¿Por qué hay más personas en México dispuestas a asumirse de clase baja o media baja y menos personas que se asumen de clase media o media alta? Quizás la respuesta tenga que ver con los efectos de la pandemia en la economía. Tal vez ante la magnitud de la crisis, al haber perdido mi trabajo, al haber quebrado mi negocio o haber tenido que vender mis pertenencias y tener un panorama poco alentador para el futuro cercano, me cuesta menos trabajo reconocer que en realidad mi estatus económico cayó y ahora pertenezco a una clase más baja.

¿Y la influencia del discurso presidencial?

Si algo ha hecho con consistencia Andrés Manuel López Obrador, desde muchos años antes de ser presidente, es tomar en cuenta a los pobres no solo como sujetos de estudio, sino como eje discursivo y como el centro de la política social para el desarrollo del país. Ahora desde el poder y a la mitad de su mandato constitucional, los pobres siguen siendo el eje articulador de todas las acciones y mensajes del gobierno federal.

¿Será que la carga simbólica positiva que AMLO le ha dado a los pobres ha influido en la percepción y autodefinición de clase?

Diariamente, durante los últimos 3 años, el mensaje desde el poder se ha dedicado a dignificar la pobreza; en la comunicación de este gobierno ser pobre es ser parte del grupo de los buenos; en este gobierno los pobres van primero, y si quiero ir primero, tengo que perder el miedo a reconocer que soy pobre, o tantito más pobre de lo que pensaba.

En fin, a pesar de que la brecha entre realidad y percepción de clases sociales sigue siendo muy amplia, es relevante que en ambas mediciones coincida la tendencia al alza de la clase baja y a la baja de la clase media. Lo que queda por averiguar es la razón por la cual la identidad subjetiva de clase se asemeja más a la composición de clases objetiva. Bien puede ser el impacto que la pandemia ha provocado en la economía de las familias mexicanas; el efecto del discurso presidencial que ha elevado la condición moral de la pobreza o alguna otra respuesta a esta incógnita. El debate está abierto.

*Politólogo y consultor político. Socio de El Instituto, Comunicación Estratégica. Desde hace más de 10 años ha asesorado gobiernos, partidos y candidatos en América Latina.

**Politólogo por el CIDE. Director de Investigación de El Instituto, Comunicación Estratégica.