Quemar combustibles

El mayor programa de gasto público de este 2022 es el subsidio a los energéticos.

Quemar combustibles
El gobierno de AMLO ha destinado 503 mil millones de pesos para subsidiar los energéticos.

¿Cuál piensa usted que es el programa de gasto más importante del actual gobierno mexicano? Uno podría suponer que en un régimen que se comprometió, por el bien de todos, a trabajar primero por los pobres, algún programa social tendría esa distinción. Quizá la educación o la salud. Pero no es así. El mayor programa de gasto público de este 2022 es el subsidio a los energéticos. Lo peor de todo es que buena parte no está ni siquiera presupuestado. El gobierno simplemente está desviando recursos de otros rubros para cubrir este subsidio.

El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, señaló en la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador de este martes, 2 de agosto, que en 2022 el gobierno gastará ¡503 mil millones de pesos para subsidiar los energéticos! De estos, 403 mil millones se están utilizando para el subsidio a las gasolinas y 73 mil millones para la electricidad. Pero ¿cuánto son 503 mil millones de pesos en un solo año?

La pensión para adultos mayores, que ha sido el programa insignia del presidente López Obrador desde que era jefe de gobierno, tiene un presupuesto este año de 238,014.7 millones de pesos. Todos los programas de becas representan 82,628.2 millones de pesos. El Tren Maya cuenta con un presupuesto oficial de 63,210.6 millones de pesos en 2022. Ni siquiera juntos estos tres programas se aproximan al dinero que está subsidiando la quema de combustibles.

El secretario Ramírez de la O afirmó en la conferencia de prensa que este gasto ha evitado que la inflación se ubique 2.6 puntos porcentuales por arriba de la inflación, que en la actualidad es de 8.16 por ciento. Pero no está atacando las causas de las alzas, sino simplemente reprimiendo la inflación. Hay que preguntarse si vale la pena ahorrarse 2.6 puntos porcentuales, que tarde o temprano se reflejarán en los precios, malgastando una cantidad tan grande de dinero público que pudo haberse usado para proporcionar servicios de educación o de salud o para hacer inversiones productivas que generen empleos y crecimiento económico.

Muchos gobiernos populistas han recurrido a los subsidios a los combustibles porque es una forma fácil de ocultar los problemas de una economía y de comprar votos. Quien lo hizo de manera más agresiva fue Hugo Chávez de Venezuela, quien logró que la gasolina en su país fuera la más barata del mundo.

La práctica la ha continuado su sucesor, Nicolás Maduro. Pero lejos de beneficiar a los pobres, el resultado ha sido disparar la inflación venezolana a los niveles más altos del mundo. El subsidio a las gasolinas genera, además, una quema excesiva de combustibles fósiles, lo cual daña el ambiente, y beneficia principalmente a las clases medias y a los ricos, que son quienes tienen automóviles privados. Es un subsidio ineficiente, injusto y contaminante.

Cuando era secretaria general de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la costarricense Christiana Figueres afirmó: “Los países no pueden seguir importando combustibles fósiles y, además, subsidiándolos. Éste es el mayor ejemplo de falta de visión de largo plazo”. Sin embargo, esto es exactamente lo que está haciendo México. Lo peor es que nos dicen que esta política regresiva y contaminante se aplica por el bien de los pobres y de la humanidad.