Ratificación de mandato
De revocación la consulta pasó a ratificación de mandato. Con eso se tergiversa el sentido de lo que se quería lograr en un principio.
De revocación la consulta pasó a ratificación de mandato. Con eso se tergiversa el sentido de lo que se quería lograr en un principio. Además, se perdió la posibilidad de lograr un acuerdo con la oposición que le habría dado mayor legitimidad a todo el proceso. El problema es que el presidente tiene prisa y los legisladores de Morena no se atreven a decirle que despacito y con buena letra se lograrían mejores resultados.
La consulta de revocación de mandato es una propuesta del propio presidente Andrés Manuel López Obrador. Cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México hizo no una sino dos consultas sin validez legal, una en 2002 y la otra en 2004. La participación fue pequeña en las dos, 10 por ciento en la primera y 7 por ciento en la segunda, pero López Obrador logró lo que quería: una aprobación contundente de los pocos que participaron.
Hoy López Obrador quiere una consulta similar, pero con validez legal. El 20 de diciembre de 2020 logró que se aprobara una enmienda del artículo 35 de la Constitución para establecer, en su párrafo IX, la figura de “proceso de revocación de mandato del Presidente de la República”. El problema es que el Congreso no emitió la necesaria ley reglamentaria en su período ordinario de sesiones que concluyó el pasado mes de abril.
El presidente López Obrador ha regañado públicamente a los legisladores por no haber convocado a una sesión extraordinaria del Congreso para discutir y aprobar la ley reglamentaria. “Esto es con malas intenciones”, ha declarado. Los legisladores de Morena se pusieron a trabajar de inmediato para sacar un texto muy cuestionado, que, de hecho, elimina la consulta para revocación y la convierte en una consulta para la ratificación del mandato presidencial.
A pesar de que la nueva legislatura entrará en funciones el próximo 1ro de septiembre, los morenistas están tratando de acelerar el proceso. Quieren un nuevo período ordinario de sesiones para concluir la nueva ley reglamentaria lo antes posible. Al hacerlo, sin embargo, han echado por la borda la posibilidad de tener una ley que cuente con un respaldo amplio entre los partidos. La oposición no acepta que se esté apresurando la ley a insistencia del presidente.
López Obrador debería ser el menos interesado en impulsar esta consulta que podría dejarlo fuera del poder, pero su popularidad es suficientemente fuerte como para que no tema que los electores puedan rechazarlo. El proceso le da la oportunidad de seguir en campaña, promoviéndose entre la población, como le gusta hacer. Por eso lo ha impulsado con tanto ahínco.
Twitter: @SergioSarmiento
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