Un presupuesto electoral

Un presupuesto electoral
Foto: Cuartoscuro

Es un típico presupuesto para año electoral. Es expansivo, aumenta el gasto de manera importante, pero lo encauza a los propósitos que puedan mejorar las posibilidades electorales de los partidos en el poder. No es el gasto de un gobierno de pobreza franciscana o siquiera austero. Por primera vez en la historia el gobierno federal gastará más de 9 billones de pesos, sí, 9 millones de millones.

La inversión que puede generar desarrollo en el futuro baja 11.1 por ciento. El gasto corriente, el burocrático, el no productivo, sube 7.9. Los subsidios tienen un incremento de 12.1 por ciento mientras que las pensiones aumentan 7.3.

El programa de apoyo a los adultos mayores, que ha demostrado ser el más eficiente para obtener votos, sigue subiendo. Tan solo en 2024 alcanzará 465,048 millones de pesos. Ya rebasa los montos dedicados a cualquier otro programa público o institución. Es superior incluso al de la Secretaría de Educación, tradicionalmente la dependencia con el gasto más importante del gobierno federal, que se quedará en solo 425,755 millones de pesos.

Como los ingresos de 7.3 billones de pesos son bastante inferiores al gasto, el gobierno tendrá que incrementar el endeudamiento público. El déficit tradicional alcanzará el 4.9 por ciento del producto interno bruto. El verdadero déficit, que se mide como los requerimientos financieros del sector público, o sea la necesidad de contratar nueva deuda, se elevará a 5.4 por ciento del PIB. Se espera que la deuda pública supere los 16 billones de pesos en 2024. Era de solo 10.8 billones apenas en 2018, al comenzar el gobierno actual.

Del lado positivo, el gobierno no está proponiendo nuevos impuestos; esto podría disminuir el apoyo en un año electoral. Sin embargo, muchos integrantes de la Cuarta Transformación están pidiendo ya una “reforma fiscal”. Esto significa para ellos simplemente aumentar impuestos.

El proyecto de presupuesto no considera medidas que puedan generar una mayor inversión o un crecimiento económico en el futuro. El énfasis radica en repartir dinero, no en construir prosperidad. Por eso baja la inversión pública, por eso se mantienen políticas que buscan presionar a los empresarios y a los contribuyentes cautivos, pero dejan libres al casi 60 por ciento de la población que trabaja en la economía informal.

No es un presupuesto para crecer, sino para ganar votos. Supongo que es inevitable en un año electoral.