Una oposición sin rumbo
Una columna de Mario Campos.
El gobierno del Presidente López Obrador no tiene rumbo, estrategia de gestión ni resultados a cuatro años de gobierno. Sin embargo, Morena sigue ganando elecciones. ¿Cómo es posible?
Entre otras razones, porque como dice el investigador Claudio Flores, el gobierno no tiene datos pero tiene relatos, no tiene cuentas pero sí cuentos. Y en ese sentido el gobierno y su partido -que actuan como uno mismo- tiene una historia que contar.
López Obrador tiene un mito - el gobierno del pueblo frente a la corrupción y los privilegios-; tiene ritos, como la mañaneras; tiene lenguaje propio (“conservsdores”, “neoliberales”, “fifis”, “machuchones”), y tiene batallas que desarrolla a lo largo del tiempo: AMLO vs el huachicol, AMLO y el avión presidencial, AMLO y los villanos del INE.
Relatos con los que se puede coincidir o no pero que al menos son claros en términos de disputa y de asignación de roles entre buenos y malos.
Y frente a esto, que es el gran motor del lopezobradorismo, la oposición ha sido incapaz de constuir una alternativa. El PAN hace años que dejó de representar cierta autoridad moral en el ejercicio público, como ofreció históricamente hasta llegar al poder; el PRI no tiene hoy un relato claro de lo que significa votar por él, y del perredismo, no queda mas que el nombre y un emblema despojado de todo significado.
La oposición, es verdad, tiene una severa crisis de liderazgos. Los de siempre no se van y los nuevos no aparecen. Los errores del pasado se arrastran y las promesas de esperanza en su futuro no conectan. Pero nada de eso es tan grave como la ausencia de un relato que tenga sentido ante los ojos y oídos del electorado.
Seguir jugando solo a ser el freno de López Obrador, mientras el presidente goza de una mayoritaria aprobación es inevitablemente, jugar a perder.
Hasta que la oposición lo entienda y se ponga a trabajar al respecto, no habrá estrategia que gane, así se engañen hoy con las cuentas alegres de elecciones que a todas luces perdieron.