Una reforma... para capturar
No hay duda de que la justicia, la real, la que afecta a millones de mexicanos de manera cotidiana, debe ser atendida. El problema es que la reforma que hoy está en el Congreso, en ruta de ser aprobada en septiembre, no tiene como propósito resolver sus problemas, sino facilitar la captura del Poder Judicial. Es así de claro. Desde el inicio de la discusión, se dejó fuera a la fiscalía, que, en opinión de las y los especialistas, debería ser la pieza central de la intervención. El problema es que eso, que sí tendría efectos en términos de reducción de la impunidad, y por ello, de la violencia, no sirve a los propósitos políticos de quienes impulsan la reforma actual, quienes buscan hacerse con el control de las y los jueces del país.
Así será si se aprueba lo propuesto, pues tanto en 2025 como en 2027 iríamos a las urnas para elegir a las y los jueces, que no tendrán logos partidistas, pero que sí llevarán un distintivo que permita saber quién propuso a cada aspirante. De tal suerte que los votantes que eventualmente acudan a esas votaciones podrán respaldar a quienes haya propuesto la presidenta, a los impulsados por el Congreso (controlado por Morena), o a los nombres puestos en la mesa por el saliente Poder Judicial.
Dada la composición actual del electorado y el poder de la maquinaria electoral que controla el gobierno, es previsible que las y los nuevos jueces deban sus cargos a la cabeza del nuevo Poder Ejecutivo. De eso trata la reforma: de la construcción de un esquema de captura en el que desaparezca la división de Poderes, y en el que la sola voz de la Presidencia de la República maneje los hilos del Congreso y de las y los jueces del país. Hacia allá vamos, si el Tribunal Electoral le otorga la mayoría calificada a Morena, en una historia que está a la vista de cualquiera que la quiera ver.