Foto: Desconocido
El asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta ocurrido el 3 de marzo de 1994 en Tijuana, Baja California, fue producto de una pugna al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que al final lo que “hizo fue pasar a un inocente por culpable a base de torturas”, aseguró Mario Aburto.
A 30 años de ser señalado por el crimen, la defensa de Aburto realizó un video recuperando sus declaraciones, las de su madre y hermana, en el que señaló que el caso tuvo como contexto un entorno de violencia política “innegable” que fue “síntoma de una profunda degradación del sistema político mexicano”.
“El asesinato de Colosio está íntimamente ligado a una pugna del PRI entre dos corrientes que buscaban transformar al partido para permanecer en poder: una epidérmica, encabezada por el presidente Carlos Salinas y la otra profunda, liderada por el mismo Colosio”.
Tras ello, denunció que a través de un proceso muy opaco y lleno de irregularidades, Mario Aburto recibió una sentencia de 45 años de prisión, “pero en la conciencia nacional permanece el veneno de la duda, ¿de verdad el homicida fue un joven solitario trabajador de una maquiladora y proveniente de una familia unida de modesta clase media?”.
El 7 de marzo pasado, el juez Segundo de Distrito de Amparo en materia Penal, Antonio González García concedió un amparo a Aburto, para que en 180 días la Fiscalía General de la República (FGR) concluya la investigación por los supuestos actos de tortura de los que se dijo víctima. También ordenó inscribir a la brevedad a Mario Aburto en el Registro Nacional del Delito de Tortura (RENADET).
La FGR ha incurrido en omisión al no investigar la tortura de los que Aburto dijo que fue objeto para confesar el asesinato de Colosio, a pesar de que en 2022, Alejandro Gertz Manero ordenó la creación de un equipo especial para investigar el caso.
Los abogados del acusado indicaron en el video en posesión de Proceso, que al estar bajo la condición de tortura, todo el proceso se anula y la única resolución posible es “entregarle a Mario Aburto la declaración de inocencia y reintegrar la carpeta con él como testigo clave para saber la verdad de lo ocurrido ese fatídico 23 de marzo de 1994”.
“Todas las futuras generaciones, que vean cómo fue en realidad y que fui un chivo expiatorio de ese caso. Y que en realidad soy inocente. Y sobre todo, que no vuelva a suceder un caso similar aquí en México ni en ninguna parte del mundo”, cerró Mario Aburto.