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Por: Sergio Sarmiento
Ayer, 31 de diciembre, el peso mexicano cerró con una cotización de 20.8205 unidades por dólar en el mercado spot. En 2024 se convirtió en una de las divisas con peor desempeño del mundo. Lejos, muy lejos, ha quedado el superpeso de otros tiempos.
El 29 de diciembre de 2023, el último día de operaciones de ese año, la divisa mexicana cerró en 16.9720 unidades por dólar. Esto quiere decir que en solo 12 meses el precio del dólar en pesos aumentó 22.7 por ciento. Si la situación se ve desde el otro lado, del precio del peso en dólares, encontraremos que bajó de 0.0589 a 0.0485 dólares por peso.
Tenemos así una depreciación de nuestra divisa de 17.74 por ciento, en un año en el que hubo una verdadera euforia en otros mercados de inversión.
¿Por qué es importante para los mexicanos que esté cayendo el peso? En parte, porque las devaluaciones afectan los resultados de las empresas mexicanas. Pemex, por ejemplo, registró una pérdida neta de 161,500 millones de pesos en el tercer trimestre de 2024, la cual justificó en su informe trimestral por una pérdida cambiaria de 130,100 millones de pesos.
La Comisión Federal de Electricidad reportó también una pérdida cambiaria de 139,636 millones de pesos en el tercer trimestre de 2024, lo cual se tradujo en una pérdida neta de 85,788 millones de pesos. Las devaluaciones duelen.
Otra razón por la que la debilidad del peso importa es porque, a pesar de las exportaciones, las remesas y los ingresos por turismo, refleja una desconfianza de los inversionistas –nacionales y extranjeros—sobre las perspectivas futuras de México.
Hay efectivamente un gran nerviosismo por lo que pueda ocurrir con la economía de nuestro país a partir de que Donald Trump tome posesión como presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero.
El presidente electo ha prometido imponer un arancel de 25 por ciento a los productos mexicanos, lo cual aumentaría los precios para los consumidores estadounidenses, pero se convertiría en un desastre para los exportadores de nuestro país, que han generado millones de empleos, muchos de los cuales podrían perderse.
Los inversionistas saben que México terminó 2024 con un régimen político radicalmente distinto al que tenía al empezar el año, cuando éramos todavía una democracia con contrapesos al poder presidencial. Las reformas constitucionales del expresidente Andrés Manuel López Obrador, aprobadas con lealtad y rapidez inusitadas por los legisladores del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, han eliminado los contrapesos al poder y esto pone nerviosos a los inversionistas. México ha regresado a un régimen de partido hegemónico como el que tuvimos durante 70 años en el siglo XX, y los inversionistas saben que los gobiernos autoritarios toman decisiones equivocadas solo porque sus líderes las ordenan.
La reforma judicial destituye a todos los jueces con experiencia y los reemplaza con otros aprobados por el gobierno. Esto significa que un inversionista no podrá acudir a tribunales justos y equitativos en caso de tener diferencias con el gobierno mexicano. La extinción de los órganos autónomos, como el INAI, la Comisión Federal de Competencia (Cofece) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), concentra también los poderes del Estado en un ejecutivo con creciente avidez de control sobre lo que ocurre en el país. Esta concentración nunca ha sido positiva en la historia del mundo.
Los inversionistas están votando con su dinero. En un 2024 de euforia en los mercados financieros, donde el bitcoin subió más de 120 por ciento, el Nasdaq aumentó 31 por ciento, el S&P500 25 y el Dow Jones 14, la Bolsa Mexicana cayó 13.66 por ciento. Si se suma esta caída de las acciones a la devaluación del peso, la pérdida para los inversionistas en dólares ha sido superior al 30 por ciento. Es muy claro que se ha perdido la confianza en la economía mexicana.
Por eso hay que escuchar lo que nos dicen los inversionistas a través de los mercados. Los ideólogos políticos siempre afirman que el pueblo sabio les da la razón, pero los mercados reflejan las decisiones de millones de inversionistas que buscan cuidar o acrecentar su patrimonio. Y hoy nos están diciendo que la situación de México se vuelve cada vez más peligrosa.