Sergio Sarmiento
Parece que nuestros políticos están trabajando para debilitar la producción en México, incluso la de un producto tan esencial como el maíz. Ayer la Cámara de Diputados aprobó una reforma para prohibir el cultivo de maíz transgénico en nuestro país. Falta aún que la iniciativa pase al Senado. Como el gobierno mexicano no logró convencer a un panel de controversia en el T-MEC de las afirmaciones sin sustento del expresidente Andrés Manuel López Obrador, que sostenía que el maíz transgénico causa daños a la salud, esta prohibición se ha sustentado en frases patrioteras, como “Sin maíz no hay país”, o en la falsa afirmación de que el maíz modificado genéticamente “contamina” a los maíces nativos.
La verdad es que la biotecnología está cambiando desde hace mucho tiempo los productos agrícolas en el mundo y está permitiendo mejoras importantes. La prohibición no hará más que colocar a los agricultores mexicanos en una posición de desventaja, ya que seguirán usando semillas con menor resistencia a plagas o a condiciones de sequía que las que están cultivando los productores de Estados Unidos y de otros países del mundo. Es falso, por otra parte, que esta prohibición vaya a proteger el “maíz nativo”. Las variedades criollas que se cultivan en nuestro país han sido transformadas gradualmente por los agricultores a través de un proceso de selección.
México, de hecho, se acerca a una situación crítica en la producción de maíz. Es verdad que en este momento nuestro país es autosuficiente en la producción de maíz blanco, que se emplea para la elaboración de tortillas y otros productos fundamentales de la alimentación nacional, pero la producción ha venido bajando. En 2024 se registró una producción de 23.6 millones de toneladas, la más baja de los últimos 10 años. La razón principal son las condiciones de sequía que han prevalecido en nuestro país y el retiro de apoyos a los productores por el gobierno de AMLO. Para 2025 se estima que la producción será todavía menor. Esto ha hecho que el 51 por ciento del maíz que se consume en México se importa, principalmente de Estados Unidos, y es fundamentalmente maíz amarillo de semillas modificadas genéticamente.
En Estados Unidos, que ha sufrido la misma sequía que nuestro país, no ha habido una disminución significativa en la producción de maíz. Esto es consecuencia del hecho que los agricultores estadounidenses utilizan semillas transgénicas que son más resistentes a las sequías. De continuar esta tendencia, tarde o temprano México se verá obligado a importar maíz blanco de Estados Unidos para consumo humano o adaptar su consumo al maíz amarillo que se come en nuestro vecino del norte. Todo este maíz importado será, necesariamente, modificado genéticamente.
La producción agrícola no se incrementa con lemas políticos. La tecnología es cada vez más importante para incrementar los cultivos. La prohibición del maíz genéticamente modificado lo único que logrará será incrementar la dependencia de nuestro país al maíz estadounidense.
