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La presencia de mujeres en el Poder Judicial no solo enriquece la diversidad de perspectivas, sino que también contribuye a una justicia más equitativa y sensible.
En un país donde la lucha por la igualdad de género sigue siendo un desafío constante, el papel de las mujeres en el Poder Judicial se vuelve fundamental para transformar la percepción y la realidad de la justicia en México.
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Mi trayectoria de 42 años en este ámbito me ha permitido ser testigo de cómo las mujeres, a través de su dedicación y compromiso, han contribuido a forjar un sistema judicial más justo y humano.
Desde mis inicios como Defensora de Oficio, donde atendí casos de personas sin acceso a defensa legal, hasta mi actual posición como Consejera del Poder Judicial de la Federación, he vivido en carne propia las dificultades y las satisfacciones que conlleva este camino.
Cada uno de los cargos que he ocupado ha sido una oportunidad para aprender y crecer.
Como Agente del Ministerio Público, comprendí la realidad del Derecho penal y la importancia de una justicia que no solo se aplique, sino que también se entienda y se sienta cercana a la ciudadanía.
Mi experiencia como Secretaria de Acuerdos me permitió conocer a fondo el funcionamiento del sistema judicial, y como Jueza Penal en el Tribunal Superior del Distrito Federal, el más grande de América Latina, enfrenté decisiones complejas que impactaron vidas y comunidades.
En cada uno de estos roles, he sido testigo de la lucha de miles de familias que buscan justicia, y he dictado diversas sentencias que reflejan no solo la ley, sino también la empatía y comprensión de las realidades sociales.
Ser mujer en el Poder Judicial implica enfrentar retos adicionales. He tomado decisiones que han cambiado vidas, enfrentado presiones y amenazas, y nunca me ha temblado la mano para hacer lo correcto.
Este compromiso con la justicia no solo es personal, sino que también es un llamado a todas las mujeres que aspiran a ocupar espacios de decisión en el ámbito judicial.
La presencia de mujeres en el Poder Judicial no solo enriquece la diversidad de perspectivas, sino que también contribuye a una justicia más equitativa y sensible a las necesidades de la sociedad.
Sin embargo, el camino hacia una justicia verdaderamente equitativa aún está lleno de obstáculos. La corrupción y la impunidad siguen siendo problemas arraigados que favorecen a quienes tienen dinero o poder, generando una distancia entre la justicia y el pueblo.
Esta desconexión alimenta la desconfianza en los jueces y magistrados, y es nuestra responsabilidad, como mujeres en el Poder Judicial, trabajar para cerrar esa brecha.
Debemos ser las voces que abogan por una justicia que esté al servicio del pueblo y no de unos pocos privilegiados.
Finalmente, es importante destacar que la reforma judicial en México es una tarea urgente y necesaria. Es fundamental erradicar los privilegios dentro del Poder Judicial que han alejado a las instituciones de su verdadera labor: garantizar justicia para todas y todos.
Como Consejera del Poder Judicial de la Federación, estoy comprometida a impulsar cambios que fortalezcan la transparencia y la rendición de cuentas, asegurando que el sistema judicial sea accesible y confiable para todos los ciudadanos.