
Foto: CUARTOSCURO
El periodista Sergio Sarmiento habla sobre las implicaciones que tendría para México el acuerdo de Ovidio Guzmán con EUA.
“Una mala causa empeora cuando se pretende defenderla”.
La frase es de Ovidio, el poeta romano de los siglos I a.C. y I d.C., que terminó su vida en el exilio por órdenes del emperador Augusto.
Sin embargo, quizá debiera conocerla otro Ovidio, Guzmán, un mexicano nacido en Culiacán encarcelado en el exilio, en la ciudad de Chicago, Estados Unidos.
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Este otro Ovidio ha decidido ya no defenderse, ya no quiere demostrar su inocencia de los delitos de los que se le acusa.
Según un documento de la Fiscalía de Chicago, Ovidio Guzmán ha decidido cambiar su posición legal y declararse culpable. Al parecer entendió que al tratar de defenderse empeoraría su causa.
Es una decisión importante. A pesar de tener solo 35 años, Ovidio ha sido considerado como una de las cabezas del Cártel de Sinaloa.
Esa organización fue dirigida muchos años por su padre, Joaquín “El Chapo” Guzmán, extraditado a Estados Unidos en 2017, donde se le procesó, se le declaró culpable de narcotráfico y se le sentenció a cadena perpetua más 30 años.
A Ovidio lo detuvieron originalmente el 17 de octubre de 2019, pero fue liberado el mismo día por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que quería “evitar un baño de sangre”.
Recapturado el 5 de enero de 2023, el 15 de septiembre de ese año fue extraditado a Estados Unidos, donde se le presentaron acusaciones por narcotráfico, lavado de dinero y uso de armas de fuego en actividades delictivas.
En ese entonces se declaró inocente. Esto lo habría llevado a un proceso prolongado cuya audiencia inicial estaba programada para el próximo 12 de mayo. Sin embargo, se dio a conocer que tomó la decisión de declararse culpable.
Esto le permite llegar a un acuerdo con las autoridades estadounidenses para conseguir una pena menor o incluso para convertirse en testigo colaborador como tantos otros narcotraficantes.
Los testigos colaboradores suelen declarar lo que los fiscales quieren escuchar. Sus testimonios no son, por lo tanto, necesariamente fiables.
Hemos visto muchas acusaciones sustentadas en estas declaraciones que resultan no solo falsas sino inverosímiles, pero buena parte de la lucha de las autoridades de Estados Unidos contra el crimen organizado se basa en este sistema.
Se ha fijado ya una nueva comparecencia para el Chapito o el Ratón, como lo llaman, que tendrá lugar el próximo 9 de julio en Chicago.
Tendrá que llegar a ella con un acuerdo previo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que si considera que le está dando buena información podrá solicitar al tribunal que le fije una pena leve o incluso que le permita ingresar en el sistema de testigos protegidos, para iniciar una nueva vida, con una personalidad distinta, en algún lugar secreto de la Unión Americana.
Mientras tanto, mucha gente en el mundo de la política mexicana esperará con temor el resultado de las declaraciones.
No hay muchos peldaños más que subir en la estructura del Cártel de Sinaloa cuando el Chapo Guzmán, Ovidio y su hermano Joaquín Guzmán Salazar están ya en cárceles estadounidenses.
Pero el gobierno de Estados Unidos está convencido de que el Cártel ha tenido el apoyo de políticos mexicanos importantes. Muchos tendrán dificultades para conciliar el sueño mientras sepan que Ovidio puede señalarlos para justificar un mejor trato por la justicia estadounidense, hayan tenido o no relaciones con el narco.
Quizá deberían repetir otra frase de Ovidio el romano: “Aquel que ha naufragado temblará siempre, incluso ante las olas tranquilas”.