
Foto: Cuartoscuro
No tiene sentido, sin embargo, que la presidenta viaje en una aerolínea comercial extranjera.
La presidenta Sheinbaum entendió que era una gran oportunidad. El expresidente López Obrador siempre se resistía a salir al extranjero. Lo hizo pocas veces y solo cuando era absolutamente indispensable.
No solo te informamos, te explicamos la política. Da clic aquí y recibe gratis nuestro boletín diario.
Sheinbaum, en cambio, ha tenido ya tres viajes internacionales. El primero fue a Río de Janeiro, donde participó en la cumbre del Grupo de los 20 del 18 al 19 de noviembre de 2024, a invitación del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. El 9 de abril de 2025 asistió a la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la CELC, en Tegucigalpa, Honduras. El más importante de todos, sin embargo, ha sido el del G7 en Kananaskis, Alberta, Canadá, el 16 y 17 de junio, al que asistió por invitación del primer ministro de Canadá, Mark Carney.
Podría pensarse que la reunión fue una decepción porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con quien debía haber tenido un encuentro bilateral, decidió marcharse el 16 y cancelar sus bilaterales del 17, incluyendo la de Sheinbaum. Aun así, fue una cumbre importante para la presidenta, que tuvo la oportunidad de convivir y trabajar con los mandatarios de los países más ricos del mundo.
Trump es un narcisista y no debe sorprender que haya abandonado la cumbre la noche del 17 de junio. No era un tema personal con Sheinbaum. Al presidente de Estados Unidos le gusta que sus homólogos sientan que está por encima de todos. No hay hasta el momento de escribir este artículo ninguna señal de que hubiera alguna situación de extrema urgencia que obligara a su regreso urgente a Washington. Es verdad que los intercambios de misiles entre Israel e Irán han generado una situación de peligro para el mundo, pero Trump pudo haber manejado la situación desde la cumbre con el apoyo de su equipo de seguridad, uno de los más capaces y mejor financiados del mundo. Trump y Sheinbaum tuvieron una llamada telefónica el 17, pero les hace falta una reunión en persona.
Las cumbres internacionales son en buena medida protocolarias, pero el contacto personal entre los mandatarios ayuda a que se conozcan, se tengan confianza y puedan resolver problemas con mayor facilidad. México no se encuentra en el nivel económico de los otros países que participaron en la cumbre, pero la simple invitación es un reconocimiento de la importancia de nuestro país. Con Trump o sin Trump, la invitación era relevante.
No tiene sentido, sin embargo, que la presidenta viaje en una aerolínea comercial extranjera, con una escala que alargó el trayecto a nueve horas, poniéndose en riesgo ella y a los demás pasajeros. No es útil tener a una mandataria agotada en una reunión a la que todos los gobernantes llegan en sus propios aviones. Este es un falso ahorro. La presidenta no tiene necesidad de comprar un nuevo avión presidencial para reemplazar el Boeing 787 que López Obrador primero rifó y después vendió, a pesar de que todavía los mexicanos lo seguimos pagando, pero pudo haber usado una de varias aeronaves que la Fuerza Aérea Mexicana y la Marina tienen disponibles. De hecho, el secretario de seguridad ciudadana viajó en un avión privado de la Marina para llegar a la cumbre. La presidenta y otros secretarios de estado pudieron haber volado con él.
La presidenta Sheinbaum no es solo la comandante suprema de las Fuerzas Armadas, sino también la máxima responsable de la política exterior del país. No debe tener reticencias para viajar en aviones militares o para mantener contactos personales con los mandatarios de otros países. Es una parte importante de sus responsabilidades.