
Foto: Cuartoscuro
En últimos meses ha habido fracturas internas que sacuden a Morena.
Aunque la dirigencia de Morena ha insistido en mantener la unidad del movimiento, los desencuentros entre algunos de sus principales cuadros reflejan una realidad distinta.
La Cuarta Transformación enfrenta diferencias internas que, lejos de resolverse de forma privada, han escalado a enfrentamientos públicos.
A continuación, repasamos tres casos recientes que ilustran los roces al interior de Morena y que ponen en entredicho la cohesión del partido en el poder.
Todo comenzó cuando Alejandro Encinas, actual secretario de Metrópolis en la CDMX y figura cercana a la izquierda histórica, publicó una columna en El Universal en la que criticó lo que consideró actos de censura promovidos por gobiernos morenistas.
El funcionario señaló casos en Puebla, Campeche, Sonora y el Senado que, a su juicio, ponen en riesgo la libertad de expresión.
Uno de los episodios mencionados fue el del ciudadano que se disculpó públicamente con el senador Gerardo Fernández Noroña por increparlo en el AICM.
La mención provocó una dura reacción del presidente del Senado, quien acusó a Encinas de justificar una agresión física.
“Espero que nunca lo agredan físicamente y que si lo hacen, cambie su opinión y no lo considere libertad de expresión”, escribió Noroña en su cuenta de X.
Aunque ambos pertenecen a la 4T, el choque evidenció una visión distinta sobre los límites entre la crítica y el respeto a la investidura pública.
La tensión entre la actual gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, y su antecesor, Cuitláhuac García, también morenista, ha ido escalando en los últimos meses.
Todo se detonó tras una denuncia por daño patrimonial en la Secretaría de Salud del estado por más de mil 600 millones de pesos durante el gobierno de García.
Nahle, respaldada por auditorías de la ASF, aseguró que no habrá encubrimiento, incluso si los señalados son de su propio partido.
A esta confrontación se sumaron críticas del Partido del Trabajo (PT), que acusó al exsecretario de Gobierno de Veracruz, Érick Cisneros —hombre cercano a Cuitláhuac—, de operar políticamente a favor de Movimiento Ciudadano en las elecciones municipales.
Los resultados no favorecieron a Morena: el partido perdió terreno y el PT, que decidió ir solo, ganó fuerza. Esta ruptura también refleja una crisis en la alianza entre Morena y sus partidos aliados.
En Michoacán, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla y el senador Raúl Morón, ambos de Morena, han sostenido diferencias que se remontan a 2021, cuando Bedolla sustituyó a Morón como candidato al gobierno del estado.
La más reciente fricción ocurrió tras una agresión sufrida por Morón durante una asamblea en Apatzingán. El equipo del senador insinuó que el gobierno estatal tuvo responsabilidad, lo que provocó la reacción del mandatario, quien exigió una disculpa pública y se deslindó de los hechos.
Además, Morón ha criticado decisiones del gobernador, como su tercer informe presentado en el Estadio Morelos, señalando que va en contra de los principios de austeridad.
Aunque ambos dicen respaldar a la 4T, sus diferencias parecen apuntar a una lucha por el control político rumbo al próximo proceso electoral en Michoacán.
Estos tres casos reflejan no solo diferencias personales o ideológicas, sino también tensiones por el control político en distintas regiones del país.
Aunque el discurso oficial sigue apostando por la unidad, las fracturas dentro de Morena y sus aliados podrían complicar la cohesión del movimiento que ha dominado la política nacional desde 2018.
La gran pregunta es si estas diferencias son señales de un reacomodo democrático dentro del partido o síntomas de una ruptura más profunda.