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Los megaproyectos del lopezobradorismo han generado gastos millonarios, pero resultados escasos.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, y ahora con la continuidad que representa la administración de Claudia Sheinbaum, el Gobierno Federal apostó por una serie de megaproyectos que prometían transformar la vida económica y social del país.
Sin embargo, lejos de cumplir con sus ambiciosas metas, estas obras han acumulado sobrecostos, operan con baja demanda y, en varios casos, ni siquiera han generado los beneficios mínimos esperados.
El Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la nueva Mexicana de Aviación y la empresa estatal Litio para México (LitioMX) son ejemplos de decisiones que, más que impulsar el desarrollo, se han convertido en cargas para el erario. En este contexto, también destaca el fracaso de Gas Bienestar.
El Tren Maya, promovido como uno de los pilares de desarrollo del sureste mexicano, ha sido una de las obras más costosas de la historia moderna del país, con un gasto que ya supera los 500 mil millones de pesos.
Sin embargo, la afluencia de pasajeros está muy por debajo de las expectativas: apenas 2,222 personas al día, cuando se proyectaban hasta 22 mil usuarios.
Los paquetes turísticos impulsados por el gobierno no han funcionado: programas como “Ruta de las Maravillas” o “Mares y Lagunas” registraron menos de dos pasajeros diarios en promedio.
Además, los tramos aún no están completamente terminados, hay frecuencias limitadas en rutas como la de Chetumal a Escárcega y el proyecto enfrenta serias críticas por su impacto ambiental y por su gestión militar.
Peor aún, cada pasajero que ha utilizado el tren le ha costado al erario público más de 500 mil pesos, según estimaciones de expertos.
El megaproyecto, que también se ha visto salpicado por presuntos casos de corrupción como el “caso Koldo”, ya es considerado por muchos como un “elefante blanco”.
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) fue presentado como la solución a la saturación del AICM, pero a tres años de su apertura continúa sin lograr su objetivo.
Con una ubicación alejada y sin la conectividad prometida, la terminal sigue dependiendo de subsidios federales y apenas alcanza el 30% de su capacidad proyectada.
Aunque el gobierno celebra que transportó 6.3 millones de pasajeros en 2024, esa cifra solo fue posible gracias al recorte forzado de operaciones en el AICM.
Más del 90% de los pasajeros que lo utilizan son nacionales, y las aerolíneas extranjeras han mostrado escaso interés en operar desde ahí. El “negocio” de vanes que conectaban el AICM y el AIFA también fracasó, costando al gobierno más de 42 millones de pesos.
Además, el costo total del AIFA, junto con los gastos derivados por la cancelación del NAIM, ya superó los 425 mil millones de pesos, es decir, más caro que el aeropuerto cancelado en Texcoco.
La aerolínea estatal Mexicana, relanzada por la Sedena a finales de 2023, ha sido otro experimento fallido.
A un año de operación, ha cancelado más de la mitad de sus rutas, enfrenta deudas por arrendamiento de aviones en Estados Unidos, y opera con solo dos aeronaves.
Su participación en el mercado no supera el 1%, y la ocupación promedio de sus vuelos está por debajo del 60%, cuando la industria requiere al menos un 75% para ser rentable.
Hasta ahora, se han destinado más de 19 mil millones de pesos a la nueva Mexicana, pero los resultados son escasos: solo ha transportado 382 mil pasajeros y reporta pérdidas millonarias.
Expertos han advertido que, de seguir así, la empresa podría quebrar en 2025. A pesar de ello, el gobierno ha anunciado la compra de 20 nuevos aviones Embraer, una decisión que muchos consideran injustificada ante el panorama actual.
Prometida como una vía para garantizar la “soberanía energética” del país, la empresa Litio para México (LitioMX) no ha producido ni un solo gramo de litio desde su creación en 2022.
A pesar de haber recibido más de 25 millones de pesos en presupuesto público, la empresa no cuenta con proyectos productivos, no tiene infraestructura y opera en total opacidad.
El único rastro de actividad ha sido la asistencia de su director, Pablo Taddei —hijo de un exfuncionario de Morena—, a foros internacionales y la firma de convenios con universidades.
México, a diferencia de países como Chile o Bolivia, ni siquiera cuenta con tecnología viable para extraer el litio de sus yacimientos, muchos de los cuales están en terrenos de difícil aprovechamiento como las arcillas.
Lanzado en 2021, Gas Bienestar fue presentado como una alternativa para reducir los precios del gas LP. Cuatro años después, el programa solo opera en nueve alcaldías de la Ciudad de México, no genera utilidades y depende completamente de subsidios del gobierno federal.
En su primer año, generó gastos por más de 1,298 millones de pesos solo por adquisición de cilindros.
A pesar de contar con más de 100 camiones y 600 empleados, su presencia en las calles es prácticamente nula, y los consumidores siguen prefiriendo a las empresas privadas.
Las obras emblemáticas no solo no han cumplido sus objetivos económicos y sociales, sino que han generado un elevado costo para las finanzas públicas, sin entregar beneficios tangibles a la población.