
Foto: Cuartoscuro.
Lenia Batres fue la única ministra que se negó a aplaudir tras el mensaje de la presidenta de la Corte.
Norma Piña, ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), encabezó la última sesión de pleno previo a la disolución de la actual integración, programada para el próximo 31 de agosto.
No solo te informamos, te explicamos la política. Da clic aquí y recibe gratis nuestro boletín diario.
Tras una sesión extraordinaria de 90 minutos, Piña Hernández emitió un mensaje en el que agradeció a cada uno de los ministros integrantes del pleno: Javier Laynez Potisek, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Ana Margarita Ríos Farjat, Juan Luis González Alcántara Carrancá, Alberto Pérez Dayán, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, e incluso las ministras afines a la elección judicial, Loretta Ortiz, Yasmín Esquivel y Lenia Batres.
Durante el mensaje, la ministra presidenta afirmó que al finalizar la sesión terminaría un ciclo de la vida pública que inició hace más de 30 años, tras la reforma judicial impulsada por el expresidente Ernesto Zedillo.
Además sostuvo que la Suprema Corte no es solo un órgano del Estado, sino la “piedra angular de la justicia constitucional, el máximo garante del ordenamiento jurídico nacional y un bastión en la defensa de la democracia constitucional y las libertades de todas las personas”, afirmó en su mensaje.
Además indicó que serán sus sentencias las que darán cuenta si el objetivo de construir legitimidad se alcanzó y que "será la sociedad y la historia misma la que juzgarán a quienes hemos juzgado".
Asimismo, agradeció el trabajo de trabajadores del Poder Judicial, entre el personal jurisdiccional, al personal administrativo y operativo de la Corte que operaron sin reflectores.
Finalmente, sostuvo “el trabajo de cada uno es la mejor voz y lo que hace cada uno en la labor cotidiana por la justicia es nuestro legado. La congruencia, la ética, el trabajo, la perseverancia, la excelencia, la honradez y la dignidad, son y serán la mejor carta de presentación ante el escrutinio de la historia”, señaló.
Tras concluir su mensaje, en medio de lágrimas del personal de la Corte y los aplausos de la mayoría de los ministros, fue visible que la ministra Lenia Batres se negó a aplaudir el mensaje de Norma Piña.
Muchas gracias ministros
Al levantar esta sesión culmina un ciclo fundamental de la vida pública mexicana que inició hace poco más de 30 años. Esta historia se ha escrito con debates intensos, disensos fecundos y consensos que, lejos de aplacar la diversidad, han fortalecido el núcleo de nuestra democracia.
Este instante cargado de memoria y de futuro es un recordatorio de que la justicia no es una obra concluida, sino una construcción viva, que nos trasciende. Hoy más que nunca resulta imperativo reconocer el papel histórico de este tribunal constitucional, su legado de precedentes y resoluciones, han constituido un sólido bloque protector de los derechos fundamentales garantizando además la progresividad de los derechos humanos, la Suprema Corte no es solo un órgano del Estado, es la piedra angular de la justicia constitucional, el máximo garante del ordenamiento jurídico nacional y un bastión en la defensa de la democracia constitucional y las libertades de todas las personas.
La Suprema Corte ha recorrido un largo camino para construir su legitimidad, no me corresponde a mi valorar en qué medida ese objetivo se alcanzó, serán nuestras sentencias las que darán cuenta de ella, será la sociedad y la historia misma la que juzgarán a quienes hemos juzgado.
La historia constitucional que se ha escrito aquí no se ha construido solo por quienes ocupamos las sillas visibles, el pulso de la justicia late gracias a quienes desde sus espacios de trabajo sostienen el trabajo diario.
Quiero rendir aquí un homenaje a quienes día tras día en silencio y sin reflectores han sostenido la labor de este tribunal.
Al personal jurisdiccional que al amparo de su constancia y de la mayor excelencia profesional pone los cimientos de las resoluciones que adoptamos colegiadamente. Su labor, muchas veces invisible para el público es esencial para que las decisiones de este Alto Tribunal se materialicen y, sobre todo, para que se cumpla con el derecho de toda persona de acceder a la justicia.
Mi mayor reconocimiento también al personal administrativo y operativo que hace posible que la maquinaria de la justicia nunca se detenga. Ustedes, con su paciencia, su rigor, y sobre todo con su vocación han sido el latido invisible de esta institución, a todas y todos ustedes, que han hecho de su trabajo un acto de amor por la justicia y por este país les digo muchas gracias.
Señoras y señores, mientras existan mujeres y hombres dispuestos a defender la justicia con integridad, este país tendrá un horizonte de dignidad y de libertad. La ley fundamental ilumina este horizonte. La Constitución debe seguir siendo la brújula moral que nos guía, no como un libro viejo, sino como un pacto vivo que exige renovar la lealtad cada día.
Es así que el trabajo de cada uno es la mejor voz y lo que hace cada uno en la labor cotidiana por la justicia es nuestro legado. La congruencia, la ética, el trabajo, la perseverancia, la excelencia, la honradez y la dignidad, son y serán la mejor carta de presentación ante el escrutinio de la historia.