
Foto: Cuartoscuro.
El coordinador de Morena en el Senado ha chocado con Sheinbaum en temas clave.
En el primer año del sexenio de Claudia Sheinbaum, uno de los actores que más tensiones ha provocado al interior de la 4T es Adán Augusto López Hernández, coordinador de los senadores de Morena.
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Aunque formalmente se presenta como uno de sus principales operadores en el Congreso, sus decisiones en votaciones clave han evidenciado incongruencias e incluso actos que han sido interpretados como “rebeldía” frente a la presidenta.
Mientras que con el expresidente lo que se ordenaba se cumplía sin titubeos, con Sheinbaum han surgido resistencias dentro de su propio partido, encabezadas en más de una ocasión por Adán Augusto.
Estas fricciones no se dan en el vacío. Las múltiples polémicas que rodean al senador tabasqueño —desde los señalamientos por su relación con Hernán Bermúdez y el grupo “La Barredora” en Tabasco, hasta las investigaciones sobre su patrimonio y los recientes cuestionamientos de nepotismo por los cargos de sus hijos en el Congreso y el Poder Judicial— han alimentado la percepción de que más que un activo, Adán Augusto podría ser un lastre para el gobierno de Sheinbaum y para la 4T en general.
En este contexto, tres episodios en el Congreso han marcado la pauta de su “rebeldía” frente a la mandataria: la renovación de la CNDH, la reforma contra el nepotismo electoral y la reforma a la Ley de Amparo.
El primer gran desencuentro ocurrió con la designación de la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Claudia Sheinbaum había apostado por Nashieli Ramírez, actual ombudsperson de la CDMX, con quien trabajó de cerca durante su gestión como jefa de Gobierno.
Sin embargo, Adán Augusto operó en el Senado a favor de Rosario Piedra Ibarra.
El resultado fue interpretado como un triunfo de Andrés Manuel López Obrador y de Adán Augusto sobre la presidenta.
El periodista Carlos Loret de Mola describió aquel episodio como un momento decisivo:
“AMLO dio un manotazo a favor de la reelección de Rosario Piedra y noqueó a la presidenta Sheinbaum”.
La imposición de Piedra fue vista no solo como un revés para la presidenta, sino como un recordatorio de que dentro de Morena, el peso de los operadores cercanos a López Obrador sigue siendo determinante.
El segundo episodio ocurrió con la llamada “reforma contra el nepotismo electoral”.
La propuesta original de Sheinbaum buscaba que el candado aplicara a partir de 2027, para impedir que familiares inmediatos pudieran suceder en el poder a gobernadores, alcaldes o legisladores.
Sin embargo, Adán Augusto, junto con el Partido Verde, impulsó una reserva para que la entrada en vigor de la reforma se postergara hasta 2030.
Esto abrió la puerta a que clanes políticos como los Monreal en Zacatecas, los Salgado en Guerrero y los Gallardo en San Luis Potosí pudieran competir en las elecciones de 2027.
La presidenta no ocultó su desacuerdo:
“Yo tengo la convicción de que no debe haber, no se debe dejar en un cargo de elección popular, no debe haber como candidato o candidata un cargo de elección un familiar directo en el periodo siguiente”.
La modificación fue interpretada como un movimiento político de Adán Augusto para mantener abiertos los caminos a aspiraciones locales de aliados y cercanos, a costa de debilitar el discurso anticorrupción y anti-nepotismo de la mandataria.
El tercer caso que exhibe la “rebeldía” de Adán Augusto fue la reforma a la Ley de Amparo.
El proyecto presidencial buscaba agilizar juicios y evitar abusos de grandes contribuyentes, pero en el Senado se introdujo un artículo transitorio que planteaba aplicar la reforma de manera retroactiva.
De acuerdo con Reforma, el agregado fue impulsado por el senador Manuel Huerta, con el respaldo de la consejera jurídica Ernestina Godoy, y avalado por el propio Adán Augusto como coordinador de la bancada.
Sheinbaum reaccionó de inmediato en su conferencia matutina:
“La Constitución es clara: no puede haber retroactividad de la ley cuando afecta derechos. Tenemos que respetar el marco constitucional y la seguridad jurídica de los ciudadanos”.
El episodio encendió las alarmas dentro de Morena, pues evidenció que la bancada en el Senado operaba en un sentido distinto al que había planteado la presidenta.
Incluso Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de Morena, reconoció que “sí es violatorio de la Constitución”, y se alineó con la postura de Sheinbaum.
Los tres episodios han dejado una constante: Adán Augusto no ha seguido al pie de la letra la línea presidencial de Sheinbaum. En su lugar, ha operado con márgenes propios, negociando con partidos aliados y respondiendo a intereses que no siempre coinciden con los de la mandataria.
Adán Augusto aparece como una figura incómoda, que entre polémicas y maniobras legislativas, tensiona la narrativa de unidad que busca proyectar la 4T.