
Foto: Cuartoscuro
El relanzamiento panista revive la pregunta: ¿volvería Calderón si hoy mandan los mismos a quienes acusó de cerrar el partido?
En plena conversación por el relanzamiento del PAN, Felipe Calderón dejó entrever que podría volver “a la política en general” si el blanquiazul cumple lo que promete.
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Pero la foto actual del partido —con Jorge Romero al frente y Marko Cortés y Ricardo Anaya como figuras centrales— es, justamente, la que detonó su ruptura en 2018.
Calderón ha sostenido durante años que la cúpula panista “cerró” el partido, canceló la democracia interna y convirtió al PAN en un botín.
Hoy, con las mismas caras tomando decisiones, la pregunta es si el exmandatario encontraría condiciones para regresar.
“Antes de tomar una decisión personal que pueda implicar reincorporarme a la política activa o no, me interesa saber exactamente en qué consiste y, sobre todo, cómo se ejecuta este proceso de relanzamiento”, dijo Calderón recientemente en entrevista.
“A la política en general. No sé si al PAN”.
Para Calderón, el punto de quiebre ocurrió cuando Ricardo Anaya controló las candidaturas rumbo a 2018 y, en los hechos, canceló la competencia interna.
La renuncia de Margarita Zavala en 2017 fue el prólogo de la ruptura.
“El PAN, que era el partido democrático por naturaleza, cancela internas; su dirigente abusa del poder y se autonombra candidato… Y todavía hay el cinismo de llamarle ‘día histórico para la democracia’. Chale”, escribió Calderón cuando Anaya se lanzó por la Presidencia.
Zavala también lo expresó entonces: acusó a la cúpula de “cancelar la vida democrática del partido”, y se fue para competir como independiente.
Desde entonces, Calderón ha sostenido que esa imposición dividió al PAN y pavimentó el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
El 11 de noviembre de 2018, con Marko Cortés estrenando la presidencia del PAN, Calderón renunció a su militancia tras tres décadas.
En su carta habló de un “consorcio” que destruyó la democracia interna y convirtió al partido en patrimonio de una camarilla.
“El Partido Acción Nacional ha dejado de ser el instrumento de participación ciudadana para la construcción de un México mejor que pensaron sus fundadores”.
Después, el choque escaló en redes.
Calderón acusó a Cortés de “servirse con la cuchara grande” y de repartirse plurinominales; Cortés le respondió recordando la caída del PAN en 2012 y exigiéndole explicar el caso García Luna.
Más allá del intercambio, el punto clave es que Calderón ve a Cortés como emblema del cierre del partido.
Aunque su disputa principal fue con Anaya y Cortés, Calderón también señaló a Jorge Romero, hoy presidente del PAN.
En su libro Decisiones difíciles, lo retrató como operador de un grupo con prácticas corruptas en la CDMX.
“Jorge Romero, de la Ciudad de México, exdelegado en Benito Juárez, famoso por los casos de corrupción que constantemente empresas extorsionadas revelan. Un amigo suyo y sobrino mío me relató que dejó de trabajar con él cuando el propio Romero le confesó que asociaciones de ambulantes y otros le representaban a su grupo ganancias de siete millones de pesos al mes”, señala Calderón en su libro sobre Romero Herrera.
La mención se volvió munición política: desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum citó ese pasaje para cuestionar al nuevo dirigente panista.
Con Gustavo Madero al frente (2014–2015), Ricardo Anaya saltó a la presidencia del PAN y amasó poder interno.
Aquel reacomodo es parte del origen del rompimiento, según el propio calderonismo.
En paralelo, Madero reconocía fallas tras la derrota de 2012.
“Una de las mayores fallas… está en la de no haber encontrado una manera adecuada de colaborar y de diferir con el gobierno y con la campaña”, admitió Madero en 2012, según información de Sin Embargo.
Para Calderón, ese ciclo abrió la puerta a una élite que cerró la competencia y se repartió el partido.
En su lista de responsables también ha incluido nombres como Damián Zepeda.
En su diagnóstico más reciente, el expresidente puso tres condiciones para que el PAN recupere el rumbo: reconciliarse con sus ideas, con sus gobiernos y, sobre todo, con la ciudadanía; abrir la afiliación y competir con reglas claras rumbo a 2027.
“En 2027 el PAN tiene que haber ido a los 300 distritos, hacer al menos 250 asambleas y cubrir todas las casillas… Con los nuevos ciudadanos afiliados, que ellos elijan a sus candidatos”, declaró Calderón Hinojosa en entrevista con la periodista Azucena Uresti.
El dilema es circular: Calderón dice estar dispuesto a evaluar el relanzamiento, pero el relanzamiento está conducido por las mismas figuras a las que responsabiliza de su salida.
Si el PAN cumple —afiliación abierta, procesos competitivos y ruptura con las prácticas de la “camarilla”—, podría haber condiciones. Si no, el portazo de 2018 seguirá vigente.