
Foto: Department of Defense
Sergio Sarmiento analiza si Donald Trump podría atacar a presuntos narcotraficantes en México

“Pongámoslo así: no estoy contento con México”, dijo Donald Trump este 17 de noviembre. Cuando los reporteros en la Casa Blanca le preguntaron si estaría dispuesto a lanzar ataques directos contra narcotraficantes en México respondió: “Estoy de acuerdo. Lo que tengamos que hacer para detener las drogas. Estuve viendo la situación en la Ciudad de México durante el fin de semana. Hay muchísimos problemas allá… He estado hablando con México. Saben cuál es mi postura”.
La “situación” a la que se refería Trump era la manifestación convocada por la “Generación Z” en la que hubo actos de violencia por un grupo de encapuchados y que fue reprimida posteriormente por esos granaderos capitalinos que ya no existen.
En la conversación en la Oficina Oval Trump reiteró a los reporteros que estaría dispuesto a atacar directamente a narcotraficantes en México o Colombia para poner fin al tráfico hacia Estados Unidos. “Sabemos las direcciones de cada capo de la droga… sabemos todo acerca de cada uno de ellos. Están matando a nuestra gente. Esto es como una guerra. ¿Lo haría? Estaría orgulloso de hacerlo”.
Probablemente, añadió, buscaría la aprobación del Congreso. “¿Y saben qué? Tanto los demócratas como los republicanos estarían de acuerdo, a menos que estén locos”.
La presidenta Sheinbaum respondió ayer desde Palacio Nacional: Trump “ha sugerido en varias ocasiones o ha dicho ‘Les ofrecemos una intervención militar de Estados Unidos o lo que necesiten para combatir a los grupos delictivos. Pero yo le he dicho en todas las ocasiones que podemos colaborar, que nos pueden ayudar con información que ellos tengan, pero que nosotros operamos en nuestro territorio, que nosotros no aceptamos una intervención de ningún gobierno extranjero”.
Una de las razones por las que la presidenta Sheinbaum ha abandonado la retórica de “abrazos y no balazos” de su predecesor, López Obrador, es porque se da cuenta de que esta resulta inaceptable para Washington. El renovado vigor con el que las fuerzas armadas de México, bajo la coordinación del secretario de seguridad, Omar García Harfuch, han reanudado la tan cuestionada “guerra contra las drogas”, que nunca se detuvo, es precisamente para evadir las amenazas de Trump. El esfuerzo, sin embargo, ha sido minimizado por el único personaje que puede calificar el desempeño de México en este tema, el presidente de Estados Unidos, quien sigue insistiendo que México no lo tiene contento.
No es ni probable ni inminente que Trump ataque directamente a presuntos narcotraficantes en México ya sea por aire o por tierra. El secretario de Estado de la Unión Americana, Marco Rubio, dijo apenas el 13 de noviembre que su país mantendrá su estrategia de colaboración con México, pero solo “en los términos que solicite el gobierno mexicano… Estamos dispuestos a brindarles toda la ayuda que necesiten. No quieren que intervengamos. No vamos a tomar medidas unilaterales ni a enviar fuerzas estadounidenses a México”.
Esta es la posición racional, la que surge del Departamento de Estado encargado de la labor diplomática. Otra muy distinta puede ser la que venga de un Trump enojado con alguna decisión de México. Por eso, uno de los trabajos más importantes de la presidenta Sheinbaum ha sido quedar bien con Trump. Este 17 de noviembre, por ejemplo, anunció que se entregarían a aerolíneas de Estados Unidos unos valiosísimos slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, como había exigido Washington, “cedidos” generosamente por aerolíneas mexicanas. No es momento de pelearse con Trump por un slot en un aeropuerto, por más saturado que esté.