
Foto: Cuartoscuro
Bajo el mando de Arturo Guzmán, alias ‘El Pollo’, el Cártel de Sinaloa negoció con altos mandos militares, según testigo protegido conocido como ‘Julio’.

Marcelo Peña García, quien bajo el alias “Julio” se convirtió en testigo protegido de la extinta Procuraduría General de la República (PGR), no era un simple informante: fue recadero de los Guzmán y vio con sus propios ojos la estructura interna del Cártel de Sinaloa.
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Con su testimonio se reveló uno de los primeros documentos judiciales contra la organización: describió cómo Arturo Guzmán, alias “El Pollo”, hermano de Joaquín “El Chapo” Guzmán, operaba desde dentro, negociaba con altos mandos, e incluso negoció con el general Jesús Gutiérrez Rebollo por contratos millonarios para el tráfico de drogas, de acuerdo con el reportaje “La extraña desaparición de los testigos protegidos que sabían demasiado del ‘Chapo’” de Milenio.
Según el testimonio, “El Pollo” habría enviado siete toneladas de drogas a Estados Unidos, cumpliendo una entrega que “El Chapo” había dejado pendiente. Con el tiempo, Arturo Guzmán comenzó a importar cocaína directamente desde Colombia, la cual llegaba a los puertos de Nayarit.

El testigo también reveló supuestos vínculos entre el narcotráfico y la esfera política.
Confesó que Arturo lo envió a la prisión de Puente Grande para entregarle un mensaje a su hermano encarcelado, detallando una reunión planeada: “Vamos a tener una reunión con el General Rebollo para ponerse a trabajar con él, en el tráfico de drogas y darle la cantidad de cien millones de dólares”.
Esto, en referencia a Jesús Gutiérrez Rebollo, quien en ese momento era el jefe del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas.
Según el testigo protegido, esta cuantiosa suma de dinero se iba a recaudar con la colaboración con otros narcotraficantes, incluyendo figuras como Amado Carrillo Leyva, “El Señor de los Cielos”, quien organizó la reunión y solicitó a cada narco una contribución de 10 millones de dólares.
Según el reportaje, luego de las denuncias “Julio” desapareció junto a otros dos testigos clave: José Javier Burgueño, empresario conocido como “César”, y Jesús Castro Pantoja, exmilitar que sirvió como escolta del “Chapo” y era conocido como “El Chabelo”.
El empresario José Javier Burgueño describió rutas de cocaína, alianzas con los Beltrán Leyva y conexiones con narcotraficantes colombianos.
Por su parte, Pantoja relató detalles íntimos sobre la familia Guzmán, como las visitas del “Chapo”, sus mujeres, sus escoltas, y su relación con la DEA.

A pesar de que estos tres hombres se convirtieron en piezas imprescindibles de la investigación judicial contra el Cártel de Sinaloa en 2001, sus vidas quedaron envueltas en misterio. La Fiscalía perdió contacto con “Julio” desde octubre de 2003 y con “César” desde diciembre de 2006.
La dependencia buscó en sus 32 unidades administrativas por todo el país, e incluso contactó con la embajada estadounidense para localizarlos.
Por su parte, la defensa de Héctor “El Güero” Palma, también involucrado en este caso, desestimó sus testimonios como contradictorios e inverosímiles. Por su parte, “César” solicitó retirarse del programa de protección y pidió permiso para salir del país.
Veinte años después, en 2023, “Julio” reapareció ante un juzgado en Jalisco y dirigió un duro reproche al “Güero” Palma: “¡Ten un poquito de pantalones!”, dijo. Pero volvió a correr a las sombras con una confesión clara: tras más de dos décadas, aún teme por su vida.
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