Junta de Caminos: cambiar todo para que no cambie nada

La salida de Ariel Juárez de la Junta de Caminos del Estado de México fue leída, dentro y fuera del gobierno, como una oportunidad para corregir uno de los problemas más visibles y sentidos de la administración estatal: el deterioro de la infraestructura vial y la proliferación de baches que afectan diariamente a millones de mexiquenses.

Sin embargo, a pocos días del relevo, comienzan a surgir señales que apuntan a una preocupante continuidad. El nuevo encargado de despacho, Joel Gónzalez Toral, lejos de marcar distancia con el pasado, habría optado por iniciar su gestión con decisiones que generan inquietud incluso al interior del propio gobierno de la transformación.

La primera señal fue la ratificación del equipo cercano al extitular, manteniendo intacta la estructura en los puestos clave de la Junta. Un mensaje que, para muchos, sugiere que el cambio fue más de forma que de fondo.

La segunda —y quizá la más delicada— tiene que ver con la licitación para la rehabilitación del Periférico, una obra anunciada por la gobernadora Delfina Gómez Álvarez como parte de una inversión histórica superior a los mil millones de pesos. Un proyecto estratégico que debía convertirse en emblema del combate a la corrupción y de la nueva forma de gobernar.

No obstante, el proceso ha levantado más dudas que certezas. De acuerdo con versiones que circulan en el sector, la convocatoria no fue publicada en diarios de circulación nacional, las bases se habrían vendido únicamente durante dos horas hábiles, y la participación quedó, una vez más, en manos de las constructoras de siempre.

A ello se suma un calendario que resulta, cuando menos, inexplicable: la recepción de propuestas los días 24 y 25 de diciembre, en pleno periodo vacacional. Un esquema que difícilmente fomenta la competencia y que refuerza la percepción de que el procedimiento estaba previamente acordado.

Todo indica que en la Junta de Caminos se estaría replicando una práctica que la Cuarta Transformación ha prometido erradicar: procesos cerrados, decisiones apresuradas y simulación de cambios.

La pregunta que comienza a escucharse en los pasillos de Palacio es inevitable:

¿será la gobernadora rehén de los mismos equipos y vicios del pasado, o intervendrá para que los principios de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo se conviertan en realidad también en la obra pública?

Por ahora, el mensaje es claro para muchos observadores: en la Junta de Caminos, todo parece indicar que se movieron las piezas para que nada cambie.

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