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LOS LÍDERES DE LA POLÍTICA

Opinión

Morena y la indignación selectiva

Morena celebra la adhesión de legisladores cuando le favorece, pero rechaza su militancia cuando incomoda a sus grupos de poder.

Imagen promocional

Foto: Cuartoscuro

 Mario Campos

Mario Campos

Publicada: feb 25 a las 14:24, 2025

Cuando Morena “convenció” a dos senadores del PRD —que se suponía representaban a la terrible oposición— para que se pasaran a sus filas, ninguna voz del oficialismo se indignó.

Tampoco ocurrió cuando, unos días después, el senador Miguel Ángel Yunes —amenazado por presuntas acciones legales en su contra y la de su familia— anunció que cambiaba el sentido público de su voto y se unía a la bancada guinda para aprobar la reforma judicial propuesta por Andrés Manuel López Obrador.

Yunes se afilió a Morena

Foto: Cuartoscuro

En esos días, las voces oficiales y oficiosas se sintieron más que cómodas, eufóricas incluso, con la idea de poder sacar adelante el paquete de reformas constitucionales con votos que los electores no les dieron, pero que, a fuerza de presiones y premios, consiguieron.

Meses después, ya con las reformas en la bolsa, más de uno descubrió que era indignante para la causa de la “Cuarta Transformación” tener a Miguel Ángel Yunes y a otros cuadros, como Alejandro Murat, en las filas de Morena.

Luisa María Alcalde y Alejandro Murat

Foto: Alejandro Murat (X)

Un notable caso de indignación selectiva, en el que ven con buenos ojos sus votos, pero no su militancia.

¿Cómo entender esta incongruencia? Simple: porque el rechazo no obedece a un conflicto ético, sino a una lucha por el poder.

En Morena, el mantra ha sido que todos caben, siempre y cuando sumen al proyecto político. De ahí que la reciente disputa no responda a un problema de principios, sino a la pugna por espacios.

La llegada de los Yunes, por ejemplo, implica un desafío para el grupo político de Rocío Nahle, mientras que el cobijo a la familia Murat representa una incomodidad para el grupo que hoy gobierna en Oaxaca.

No debería sorprendernos. Las disputas internas están presentes en todos los partidos. Y, dado que Morena se ha convertido en una fuerza hegemónica, hay que entender que, así como ocurría en la era priista, ahora, para comprender las luchas políticas, es necesario mirar a la vida interna del partido “oficial”, en el que diversas corrientes se enfrentan por afianzar su influencia y poder.

Solo aquellos que han vivido muy poco pueden sorprenderse por las batallas en Morena; y solo algunos —ingenuos o dignos de otro adjetivo— pueden creer que esas luchas son por un tema de moralidad