
Foto: CUARTOSCURO
Críticas, escándalos y tensiones con Sheinbaum perfilan al hijo de AMLO como una figura que incomoda a la cúpula de la 4T
Desde su llegada a la Secretaría de Organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, ha acumulado controversias que comienzan a pesarle al movimiento.
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Lejos de consolidarse como operador político eficaz, ‘Andy’ se ha vuelto una figura incómoda para Morena.
No solo por los escándalos personales que arrastra, sino por las fricciones que ha protagonizado con figuras clave como Claudia Sheinbaum y Luisa María Alcalde.
Mientras su padre se retiró de la vida pública, ‘Andy’ ha buscado posicionarse como el heredero político de la Cuarta Transformación, pero los recientes hechos sugieren que su presencia genera cada vez más ruido.
Desde su participación en negocios vinculados con programas sociales hasta sus recientes vacaciones de lujo en Japón, ‘Andy’ López Beltrán ha acumulado episodios que contrastan con los principios de austeridad y ética promovidos por Morena.
El caso del chocolate “Rocío” y su coincidencia con el programa Sembrando Vida, los presuntos contratos millonarios de su amigo Amílcar Olán y las adjudicaciones a la empresa Romedic bajo gobiernos morenistas, son parte del historial que lo ha dejado mal parado.
Más recientemente, su estancia en el hotel The Okura, en Tokio y su paseo por tiendas de lujo como Prada causaron indignación pública.
Todo mientras se ausentaba de actividades clave del partido, como el Consejo Nacional, ocurrido el pasado 20 de julio en la Ciudad de México, o los recorridos en Querétaro y Nuevo León.
La relación entre ‘Andy’ López Beltrán y la presidenta Claudia Sheinbaum ha estado marcada por una tensión creciente.
Desde los desaires públicos —como aquel evento en el Zócalo donde fue ignorada por cercanos a ‘Andy’— hasta el más reciente regaño por su viaje a Japón.
Sheinbaum ha lanzado mensajes directos: “El poder se ejerce con humildad (...) Todos tenemos que comportarnos adecuadamente”. Sin mencionarlo por nombre, el destinatario fue claro para todos: el hijo del expresidente.
Carlos Loret de Mola ha advertido que ‘Andy’ presume tener la línea directa con su padre, lo que implicaría una pugna de poder dentro del movimiento.
Incluso Luisa María Alcalde, presidenta nacional de Morena, hizo un llamado público a que los dirigentes del partido actúen con el ejemplo y se apeguen a la “justa medianía”.
La encuesta de Cripeso publicada en marzo de 2025 reveló que el 58% de la ciudadanía desaprueba el trabajo de ‘Andy’ en Morena.
Incluso entre los simpatizantes del partido, su aprobación es inferior a la de otras figuras como Luisa Alcalde.
Sus malos resultados electorales en Veracruz y Durango también han sido señalados como muestra de su poca capacidad como operador político.
Incluso tomó la decisión de irse a vivir a Durango, para operar de cerca, pero Morena terminó perdiendo la capital y otras ciudades clave.
Además del distanciamiento con Sheinbaum, ‘Andy’ ha mostrado choques con la presidenta de Morena.
En el podcast “La Moreniza”, se refirió molesto al apodo ‘Andy’, lo que fue interpretado como una descalificación al propio programa conducido por Alcalde.
Y más allá de lo simbólico, su ausencia del Consejo Nacional del partido fue tomada como una muestra de fractura interna, según el analista Jaime García Chávez.
Al interior del partido, también ha generado descontento por afiliar a expriistas como Luis Enrique Benítez, lo que fue criticado por la militancia y por figuras como Margarita Valdez.
Estas decisiones han generado ruido e incluso tensado las relaciones con aliados como el PT, que han reclamado “prepotencia” por parte de la dirigencia guinda.