
Foto: SCJN
Momentos ríspidos se han vivido en el máximo tribunal del país a poco más de un mes de ser renovado.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) volvió a exhibir lo que ya parece una constante: más que un debate de altura, ahora es un espectáculo de interrupciones, reproches e indirectas entre quienes integran el Pleno, que con frecuencia se enciman en la palabra incluso cuando el presidente intenta mantener el orden.
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Entre esas confrontas, la ministra Lenia Batres vuelve a quedar en el centro de los arrebatos, convertida en figura recurrente de los choques más ríspidos que evidencian la falta de coordinación y la tensión que domina al tribunal.
Durante la sesión pública de este martes, el Pleno discutía si debía mantener o abandonar el criterio que por nueve años ha utilizado para invalidar leyes cuando no se consulta a comunidades indígenas o personas con discapacidad cuyos derechos se ven afectados.
El tema, de fondo jurídico y relevancia social, dividió a los ministros de la nueva integración, que finalmente decidieron dejar en suspenso la resolución. Pero lo que más destacó no fue el alcance del debate, sino la descoordinación y los arrebatos que dominaron la sesión.
El momento más tenso llegó cuando el ministro presidente Hugo Aguilar Ortiz intentó cerrar la discusión con tono conciliador: “Procedemos de esa manera, nada está escrito en piedra…”.
Pero antes de concluir su intervención, las ministras se encimaron en la palabra, lanzando comentarios e indirectas que rompieron el orden del Pleno.
Entre el murmullo se alcanzó a escuchar un contundente “no me echo para atrás”, expresión que simbolizó la resistencia y el clima de confronta que dominó la sesión.
Aguilar Ortiz, visiblemente incómodo, volteó hacia el lugar de Lenia Batres e intentó retomar el control para anunciar que el tema quedaba en suspenso y que la discusión continuaría el lunes, dando así por terminada una jornada marcada por el ruido y la falta de coordinación.
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El intercambio de posturas evidenció una falta de conducción clara y de cohesión institucional, con momentos en que las intervenciones se cruzaron y el debate perdió estructura, reflejando la tensión interna que caracteriza a la nueva etapa de la Corte.
Aunque el punto central debía enfocarse en la consulta previa y el respeto a los derechos colectivos, la discusión se desvió entre confusiones procedimentales y posiciones encontradas, dejando en evidencia la dificultad de alcanzar consensos y la ausencia de un debate jurídico ordenado y profundo.