
Foto: Cuartoscuro
Una columna de Carlos Loret de Mola exhibiría la tolerancia del expresidente hacia los excesos de su círculo más íntimo.
Los casos de corrupción que ocurrieron bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador han quedado al descubierto en el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum.
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A medida que surgen nuevas evidencias e investigaciones periodísticas sobre las redes y vínculos criminales de algunos funcionarios clave en el gobierno de AMLO, se vislumbra aún más la tolerancia de López Obrador con la corrupción que se presentó en su administración.
Ahora, el periodista Carlos Loret de Mola, en su columna publicada en El Universal, reveló una anécdota donde un secretario del gabinete del morenista expone cómo el expresidente permitió irregularidades y conflictos de interés por parte de dos personajes muy cercanos a él: Alfonso Romo, exjefe de la Oficina de Presidencia, y Alejandro Esquer, exsecretario particular.
Ambos han protagonizado tramas corruptas. Vector Casa de Bolsa, propiedad de Alfonso Romo, fue sancionada por EUA por supuesto lavado de dinero proveniente de cárteles mexicanos; mientras que Esquer habría contratado empresas fantasma para la campaña presidencial de López Obrador en 2018, de acuerdo con una investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
Según el columnista, fue uno de los funcionarios más importantes quien acudió al despacho presidencial para denunciar prácticas corruptas de los personajes mencionados. En esa reunión, supuestamente recibió inesperadas respuestas del tabasqueño.
“Sobre Alfonso Romo (...) el mandatario escuchó y anotó las denuncias. No le sorprendieron. Se ve que ya las había escuchado por ahí (...) Sobre Alejandro Esquer (...) López Obrador sonrió y restándole toda importancia al tema, soltó: ‘Ya le tocaba’”, relata el texto.
Esta conversación serviría como ejemplo de la permisividad que tuvo López Obrador ante los vicios que cometían sus allegados.
Pese a haber afirmado en reiteradas ocasiones que había acabado con la corrupción, existen ejemplos de que Andrés Manuel no pudo erradicar las malas prácticas en su gestión, principalmente en su círculo familiar.
En agosto de 2020, se filtró un video en el que Pío López Obrador fue captado recibiendo dinero en sobres amarillos de parte de David León Romero, excoordinador de Protección Civil.
Otro caso es el de Felipa Obrador, su prima, quien obtuvo contratos millonarios por parte de Pemex, según Latinus.
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Y sus hijos, ‘Andy’ y Gonzalo López Beltrán, habrían tejido una red de tráfico de influencias para hacer negocios con las obras insignia de la 4T –como el Tren Maya y la refinería Olmeca– y beneficiar a amigos suyos con contratos, como en el caso del empresario Amílcar Olán.
Por otro lado, está la red de huachicol fiscal que se articuló en la Marina y que encabezaron Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, sobrinos políticos de Rafael Ojeda, encargado de la institución en el sexenio de AMLO.
Y además, se suman los casos que salpican al exgobernador de Tabasco y actual senador Adán Augusto López, quien ha enfrentado cuestionamientos por su enriquecimiento y por los nexos criminales de su exsecretario de Seguridad, Hernán Bermúdez, presunto líder de La Barredora.